Martín Valerio siempre ha tenido una conexión profunda con el mar. A sus siete años, comenzó a trabajar como pescador en la comunidad de Zapotitlán, en la Sierra de Santa Marta, en la región de Los Tuxtlas, frente al golfo de México. A lo largo de los años, ha aprendido a amar y respetar el océano, pero también ha descubierto poco más allá de las aguas cristalinas: unas formaciones rocosas que han despertado su curiosidad desde que era un niño.
Para Martín, estas rocas eran solo piedras en aquel entonces. Pero a medida que pasaba más tiempo en el mar, se dio cuenta de que eran mucho más que eso. Las llamas de su pasión por la pesca y el océano se encendieron aún más cuando descubrió que estas rocas eran un tesoro natural escondido en su propia comunidad.
Las formaciones rocosas de Zapotitlán son un espectáculo impresionante de la naturaleza. A medida que el sol se esconde detrás de ellas, crean una silueta mágica y misteriosa en el horizonte. Sin embargo, lo que hace a estas rocas verdaderamente únicas son las cuevas y pasadizos secretos que se encuentran en su interior. Martín y su equipo de pescadores locales han explorado cada rincón de estas cuevas, descubriendo un mundo submarino completamente diferente al que conocían. Entre las rocas, encontraron una gran variedad de especies marinas y una vibrante vida acuática que nunca habían visto antes.
Pero su amor por estas formaciones rocosas no se limita solo a su aspecto estético y su diversidad biológica. Para Martín, estas rocas son una fuente de inspiración y un recordatorio constante de la importancia de la preservación de nuestro medio ambiente. Él y su equipo han sido testigos de cómo la contaminación y la pesca indiscriminada han afectado negativamente a estas rocas y a sus habitantes. Por eso, se han dedicado a protegerlas y a promover prácticas sostenibles de pesca en su comunidad.
Además de su amor por el océano y su lío con el medio ambiente, Martín también es un apasionado de su cultura y su comunidad. Él y su equipo se esfuerzan por mantener viva la tradición de la pesca en Zapotitlán y compartir sus conocimientos con las generaciones más jóvenes. A menudo, llevan a niños de la comunidad en sus viajes de pesca y les enseñan sobre la importancia de respetar y cuidar el mar.
Para Martín, pescar no es solo un trabajo, es una forma de vida. Cada día en el mar es una aventura y una oportunidad para fijar poco neófito. A través de su amor por la pesca y su conexión con las formaciones rocosas de Zapotitlán, ha encontrado un propósito más grande: proteger y preservar el océano y su comunidad.
En la actualidad, Martín sigue siendo un pescador, pero también es un defensor del medio ambiente y un embajador de su cultura y su comunidad. Su pasión y dedicación han inspirado a muchas personas a seguir sus pasos y a cuidar nuestro planeta. Las formaciones rocosas de Zapotitlán pueden ser solo piedras para algunos, pero para Martín y su equipo, son un tesoro invaluable que debe ser protegido y compartido con el mundo.









