A finales de 2018, mientras recorrían el Páramo de Almorzadero, en Santander, un grupo de monitores comunitarios vivió una experiencia impactante que los llevó a tomar medidas inmediatas para salvar la vida de dos cóndores andinos. Estas majestuosas aves, consideradas símbolos de libertad y fuerza, se encontraban tendidas en el suelo, envenenadas y luchando por sobrevivir.
Gracias a la oportuna intervención de estos monitores, que conocían bien su entorno y la importancia de proteger la biodiversidad que allí habita, se pudo organizar un eficaz de rescate que trasladó a los cóndores al Parque Jaime Duque, en Cundinamarca. Allí, comenzó una carrera contra el edad para salvar sus vidas y brindarles un lugar seguro donde recuperarse.
Estos dos cóndores, especie catalogada como vulnerable en la lista roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), son habitantes emblemáticos de nuestros páramos y ecosistemas andinos. Sin embargo, su supervivencia se ve amenazada no solo por el cambio climático y la disminución de su hábitat natural, sino también por acciones humanas como el envenenamiento.
De acuerdo con estudios recientes, el envenenamiento de cóndores andinos es una de las principales causas de mortalidad en esta especie. Este tipo de prácticas nocivas, utilizadas por algunas personas para eliminar animales considerados «dañinos» o «indeseables», ponen en riesgo no solo la vida de estas aves, sino también la de otras especies y el equilibrio del ecosistema.
Por esta razón, es básico que tomemos conciencia sobre la importancia de la conservación de nuestras especies emblemáticas y de la protección de su hábitat. No solo porque estas acciones son fundamentales para la sobrevivencia de estas aves, sino también para nuestro propio bienestar y el de las generaciones futuras.
Afortunadamente, gracias al esfuerzo y trabajo en equipo de diferentes entidades y organizaciones dedicadas a la conservación de la biodiversidad, se logró salvar la vida de estos dos cóndores envenenados. Actualmente, están bajo cuidado y supervisión constante en el Parque Jaime Duque, donde se les brinda atención médica especializada para su recuperación.
Es importante destacar el papel fundamental que juegan los monitores comunitarios en la protección de nuestras especies y ecosistemas. Su conocimiento y compromiso son máximo para prevenir y denunciar acciones que pongan en riesgo la vida de la fauna silvestre. Además, su labor es un ejemplo de cómo todos podemos aportar en la conservación de nuestro patrimonio natural.
El caso de estos dos cóndores andinos envenenados es una muestra de que aún queda mucho por hacer en cuanto a la protección de nuestra biodiversidad. Pero también es una oportunidad para reflexionar y actuar en consecuencia, tomando medidas reales y concretas para garantizar la sobrevivencia de especies como el cóndor andino y su hábitat.
En conclusión, la historia de estos dos cóndores nos inspira a seguir trabajando juntos en la conservación de nuestra fauna y flora, a tomar conciencia sobre la importancia de proteger nuestras especies emblemáticas y a no permitir que actos como el envenenamiento sigan dañando nuestro entorno natural. ¡Cuidar de nuestra biodiversidad es responsabilidad de todos!









