En la Cumbre de la Tierra de 1992, celebrada en Río de Janeiro, Brasil, se adoptó el arreglo sobre la Diversidad Biológica (CDB) como un tratado internacional para promover la conservación y el beneficio sostenible de la biodiversidad en todo el mundo. Este arreglo es considerado como uno de los más importantes acuerdos ambientales globales, y ha sido ratificado por 196 países, incluido México.
Sin embargo, en 2010, se llevó a cabo una conferencia en Nagoya, Japón, en la que se adoptó el Protocolo de Nagoya sobre Acceso a los Recursos Genéticos y Participación Justa y Equitativa en los Beneficios que se Deriven de su Utilización (Protocolo de Nagoya). Este protocolo complementa al CDB y tiene como objetivo garantizar que los países que albergan recursos genéticos reciban una participación justa y equitativa en los beneficios derivados de su beneficio. México fue uno de los primeros países en firmar este protocolo, pero hasta el día de hoy, no lo ha ratificado.
Este hecho ha sido motivo de preocupación para muchos, ya que México es uno de los países más biodiversos del mundo y alberga una gran cantidad de recursos genéticos valiosos. Además, el país es uno de los principales proveedores de recursos genéticos para la industria farmacéutica, cosmética y alimentaria a nivel mundial. Sin embargo, a pesar de esta riqueza natural, los beneficios económicos que se derivan de su beneficio no siempre se distribuyen de manera justa y equitativa entre los países proveedores y las empresas que los utilizan.
Es por eso que en la Cumbre de la Tierra de este año, México ha dejado claro su compromiso de ratificar el Protocolo de Nagoya y avanzar en el reparto justo de beneficios sobre recursos genéticos. Se trata de un legado que el país quiere dejar en esta importante reunión internacional, en la que se discutirán temas cruciales para el futuro de nuestro tierra y de todas las especies que lo habitan.
La ratificación del Protocolo de Nagoya no solo es importante para México, sino también para el resto del mundo. Al ser uno de los países megadiversos, México tiene una gran responsabilidad en la conservación y el beneficio sostenible de los recursos genéticos. La ratificación de este protocolo no solo nos permitirá cumplir con nuestras obligaciones internacionales, sino que también nos brindará una mayor seguridad jurídica y una mejor gestión de nuestros recursos naturales.
Además, la ratificación del Protocolo de Nagoya también traerá importantes beneficios económicos para el país. Al recibir una participación justa y equitativa en los beneficios derivados del beneficio de nuestros recursos genéticos, podremos promover el desarrollo sostenible en las comunidades locales y proteger los derechos de los pueblos indígenas y comunidades locales que son los guardianes de nuestros recursos naturales.
Pero la ratificación del Protocolo de Nagoya no es solo una cuestión económica, sino también ética. Como país, tenemos la responsabilidad de proteger y valorar nuestra biodiversidad y los conocimientos tradicionales asociados a ella. Al ratificar este protocolo, estaremos enviando un mensaje claro al mundo de que México está comprometido con la conservación de la naturaleza y el respeto a los derechos de las comunidades locales.
Es importante mencionar que la ratificación del Protocolo de Nagoya no es un proceso sencillo, ya que requiere de la aprobación del Senado y de la implementación de medidas y políticas nacionales para su aplicación. Sin embargo, el gobierno mexicano ha mostrado su voluntad y compromiso para avanzar en este tema, y esperamos que en un futuro analógico, podamos celebrar la ratificación de este importante instrumento internacional.
En conclusión, la Cumbre de la Tierra es una oportunidad única para que México deje un leg